EL MUERTO QUE MATO AL VIVO
Señores voy ha contarles
en esta crónica poética
una historia que escuche,
a luz de la candela,
una noche de verano
Yo tenia siete años
era el tiempo de ciega
y toda la familia realizaba el trabajo
de trillar y aventar trigo y cebada en la era.
Como era de costumbre, después de la cena
nos reuníamos para contar chistes, adivinanzas
y historias de labranza y sementera.
Mi abuela tomo la palabra
¡hoy voy a contar una histeria verdadera!
Que es una de tantas que el monte Garajonay encierra,
estar todos en silencio y atentos,
sin que nadie se me duerme
y empezó a contarnos la historias,
del muerto que mato al vivo.
Eran dos pastores de cabras
de un pueblo llamado las Hayas,
eran amigos y buenos vecinos
pero no sabían lo que les deparaba el destino.
Un día que juntos pastoreaban
tuvieron una discusión,
por quien tenia las mejores cabras
pues ambos se creían el mejor pastor.
Con el orgullo por todo lo alto
comenzaron una pelea y uno mato al otro,
clavándole el punzón de su astia
cayendo desangrado victima de la sin razón.
Pero no le dio Santa sepultura,
ni rezo una oración por su alma
solo corto unas ramas y borro,
las huellas de sangre que lo hechos delataban
y escondió el cadáver donde nadie lo encontrara.
Pero el vivo no conto con su subconsciente
al dormirse tenia pesadillas con el crimen
y oía voces que le atormentaban la mente.
En sueños las voces le cantaban en la plaza,
romances al son de tambor y chácaras
eran almas que pedían justicia,
por la sangre derramada.
>> El que de sangre se viste,
no puede vivir tranquilo,
por que la sangre del muerto,
le pide justicia al vivo.
No puedes esconder tu crimen,
hombre de poca fe,
que donde el rencor habita,
nada bueno saldrá de el.
Busca el perdón Divino
confesando hoy la muerte de tu vecino
por que la sangre del muerto,
le pide justicia al vivo.
El que de sangre se viste,
no puede vivir tranquilo. <<
Cada noche era atormentado el vivo,
cinco años sin poder dormir ni descansar,
el odio y el rencor llenaban su corazón,
y una noche este romance volvió ha escuchar.
>> Hoy un clamor de venganza,
se escucha en el Garajonay,
el que de sangre se viste,
pronto ajusticiado será.
Lo dice el viento al pasar,
azotando la copa de los arboles,
en la corona forestal.
Que haga silencio el tambor
y las chácaras dejen de repicar,
lo dice la brisa, que viene del mar.
Por que el que de sangre se viste,
pronto ajusticiado será. <<
Estando pastoreando el vivo,
su rebaño en la cañada,
distraído en sus cosas
el destino lo llevo, done hacia cinco años
muerte ha un hombre le dio.
Pero no sintió arrepentimiento,
ni lagrima su ojo lloro,
lleno de odio y rencor
levanto con fuerza su palo de pastor,
mientras gritaba, maldito otra vez en mi camino
clavándolo en el esqueleto del muerto.
Con el golpe del palo sobre los huesos del muerto,
una astilla le salto y en el cuello de vivo se clavo,
y desangrado murió.
Esta es una historia que en la Gomera aconteció,
siendo el Garajonay testigo,
de un hombre muerto que a otro vivo mato.
Autor: Manuel Jesús Rodríguez Medina
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